"Los cuentos son una medicina. Tienen un poder extraordinario; no exigen que hagamos, seamos o pongamos en práctica algo: basta con que escuchemos. Los cuentos contienen los remedios para reparar o recuperar cualquier pulsión perdida". Clarissa Pinkola Estés.

jueves, 8 de enero de 2015

Eros y Psique











Mito de Eros y Psique


En una ciudad de Grecia había un rey y una reina que tenían tres hijas. Las dos primeras eran  hermosas. Pero para describir la belleza de la tercera, llamada Psique (en griego significa alma), no era posible hallar palabras en el lenguaje humano. 

Tan hermosa era que sus conciudadanos, y un buen número de extranjeros, acudían a admirarla. Incluso dieron en compararla a la propia Afrodita, y no advirtieron que, al descuidar los ritos dedicados a esta diosa, tal vez estaban atrayendo sobre la bella y bondadosa joven un destino funesto. 

Psique con el correr del tiempo, fue conociendo el precio amargo de su hermosura. Sus hermanas mayores se habían casado ya, pero nadie se atrevía a pedir su mano: al fin y al cabo, la admiración es vecina del temor. Ningún mortal se juzgaba digno de su belleza y todos le rendían culto como una nueva diosa… 

Sus padres al ver que la menor no tenía pretendientes, consultaron al oráculo. Este les ordenó que vistiesen a su hija con la mejor de las galas nupciales y la dejara en la cima de la montaña abandonada a su suerte: 

-“A lo más alto del monte la llevarás, donde la desposará un ser ante el que tiembla el mismo Zeus”. El corazón de los reyes se heló, y donde antes hubo loas, todo fueron lágrimas por la suerte fatal de la bella Psique. Ella, sin embargo, avanzó decidida al encuentro de su desdicha. 

Los templos de Afrodita comenzaron a vaciarse pues la gente prefería rendirle honores a la hermosa Psique. Ella, la diosa que está en el origen de todos los seres, herida en su orgullo, le encargó a su hijo Eros: 

-“Haz que Psique se inflame de amor por el más horrendo de los monstruos” y, dicho esto, se
sumergió en el mar con su cortejo de nereides y delfines. 

Eros acudió con presteza a cumplir la orden de su madre. Sobre un lecho de roca quedó muerta de miedo Psique, en lo alto del monte, mientras el fúnebre cortejo nupcial se retiraba. 

Cuando Eros vio a Psique en el peñasco, condenada por el oráculo a esperar pasivamente por su casamiento con la más terrible de las criaturas, se apasionó perdidamente por ella. Y al ver su hermosura tomó una de sus flechas y se la clavó en su propio el pecho, quedando profundamente enamorado. 

Luego Eros levantó un viento, se la llevó en volandas y la depositó suavemente en una pradera cuajada en flor. La llevó a su palacio como su esposa, con la condición de que ella mantuviese los ojos vendados sin jamás verle su rostro. 

Así, comenzaron una relación en la que Psique sólo se encontraba con Eros, en la Oscuridad. En la claridad del sol él se ausentaba. 

Psiqué estaba asombrada por la factura del edificio y sus estancias; la asombraban unas unas voces angélicas la invitaban a comer espléndidos platos, resonaban música, se le ofrecían vestidos, joyas y banquetes. Al caer la noche su secreto marido se había deslizado junto a ella y la hacía suya. Antes del amanecer partía dejándola nuevamente sola en el palacio. 

Así pasaba Psique sus días de soledad y sus noches de placer. La singular pareja había encontrado su equilibrio. 

Tras un tiempo, Psique comenzó a extrañar a sus hermanas y le manifestó a Eros su deseo de encontrarse con ellas. Ante esa demanda su desconocido marido le advirtió: 

-“Psique, tus hermanas querrán perderte y acabar con nuestra dicha”.

-“Mas añoro mucho su compañía” dijo ella entre sollozos. “Te amo apasionadamente, pero querría ver de nuevo a los de mi sangre”.
 
-“Sea”, contestó el marido, y al amanecer se escurrió una vez más de entre sus brazos.

De día aparecieron junto a palacio sus hermanas y le preguntaron envidiosas, quién era su rico marido.

- Ella titubeó y dijo, “un apuesto joven que ese día andaba de caza, y para callar su curiosidad, las colmó de joyas.” Psique lo describió como lo imaginaba. sus hermanas pasaron el día con ella, luego se despidieron hasta la otra ocasión.
 
Con el tiempo, y como no podía ser de otra forma, Psique quedó en cinta, y quiso compartir con sus hermanas la alegría. Eros rezongó pero, tras cruzar parecidas razones, acabó accediendo. 

Al día siguiente llegaron al palacio las hermanas. Felicitaron a Psique, la llenaron de besos y de nuevo le preguntaron por su marido.
 
-“Está de viaje, es un rico mercader, y a pesar de su avanzada edad sigue haciendo negocios…” 

Psique de pronto se dio cuenta que se había contradicho describiéndolo de otra manera y se sonrojó. Bajó la cabeza y acabó reconociendo lo poco que conocía de él, aparte de la dulzura de su voz y la humedad de sus besos…
 
- “Tiene que ser un monstruo”, dijeron ellas, aparentemente horrorizadas. "Has de hacer lo que te digamos o acabará por devorarte.”
 
– Y la ingenua Psique asintió.
 
-“Cuando esté dormido, coge una lámpara y con este cuchillo córtale la cabeza” 

Enseguida partieron, y dejaron sumida a Psique en un mar de turbaciones. Cayó la noche, y llegó con ella el amor, y tras el amor, el sueño. La curiosidad y el miedo tiraban de Psique, que se revolvía entre las sábanas. Decidida a enfrentar al destino, sacó por fin debajo de la cama el cuchillo y una lámpara de aceite. La encendió y la acercó despacio al rostro de su amor dormido. 

Al contemplar el rostro de su esposo por primera vez se encontró en presencia del propio dios Eros.  Joven y esplendoroso, con unos mechones dorados que acariciaban sus mejillas, y con un arco con
sus flechas a su lado. Al encontrarse con la más bella de las criaturas, Psiqué perdió la razón y se apasiona perdidamente por él. Pero, olvidó que tenía una lámpara en las manos y una gota de aceite cayó sobre el pecho de su amado despertándolo de un sobresalto.
 
Al ver traicionada su confianza, Eros se arrancó de los brazos de su amada y se alejó mudo y
pesaroso. En la distancia se volvió y dijo a Psique:

-“Llora, sí. Yo desobedecí a mi madre Afrodita desposándote. Me ordenó que te hiciera enamorar del
más miserable de los hombres, y aquí me ves. No pude yo resistirme a tu hermosura y te amé … Que te amé tú lo sabes. Ahora el castigo de tu traición será perderme.”

Y dicho esto se fue. Asustado, al ver que Psique lo desobedeció, la abandonó y le pidió a su madre, Afrodita, que cumpla la sentencia del oráculo. 

Abandonada por Eros, y fuera de sí, Psique primero intento ahogarse, más el río la devolvió de regreso a la orilla; después, desesperada, comenzó a andar de ciudad en ciudad buscando su marido. Quedó Psique desolada y se dedicó a vagar por el mundo buscando recuperar inútilmente, el favor de los dioses. 

Terminó llegando al palacio de Afrodita, que, aún rabiosa, menospreció el embarazo de la joven, le dio
unos cuantos golpes en la cara y la encerró con sus sirvientas Soledad y Tristeza. 

El caso es que Afrodita decidió someter a Psique a varias pruebas, convencida de que no podría
superarlas. En caso en que lo lograse, Afrodita le regresaría el contacto con Eros.

En la primera tarea, Afrodita ordenó a Psique que organice una enorme pila de semillas de tal forma que cada una de ellas esté “en su lugar apropiado” antes del anochecer. 
Psiqué hizo su mejor esfuerzo, pero desesperada, tomo conciencia que no llegaría a cumplir semenante tarea en el tiempo estipulado. Se angustió profundamente y comenzó a llorar. Al principio suave, y luego desconsoladamente. Inesperadamente sus lágrimas atrajeron a un batallón de hormigas que vinieron a ayudarla. Luego se sumaron a las compasivas hormigas, las cañas de los ríos y las aves del
cielo. Entre todos organizaron la pila de semillas por tipo y en su lugar apropiado, cumpliendo la imposible tarea.
 
En la segunda tarea, Afrodita ordenó a Psique que junte algunos vellos de los grandes y agresivos carneros dorados de sol que, mientras pastan en torno del río, se dan cornadas
disputando el dominio del rebaño. Psiqué creyó que la tarea sería fácil, pero al confrontarse con la poderosa y agresiva fuerza de los animales, no pudo lograr la tarea y entró en desesperación. El dios sol al percibir la escena, le dio un consejo reflejándose en las aguas del río: “A la noche, los carneros se duermen. Podrás entonces recoger, de aquellos arbustos, los vellones que dejan al refregarse durante el día”.
 
En la tercera tarea, Afrodita entregó a Psique un recipiente de cristal que ella debía llenar con las aguas que alimentaban los ríos de los infiernos. Esas aguas caen del más alto peñasco de una montaña inmensa, prácticamente imposible de ser escalada. Además de eso, el lugar es custodiado por peligrosos dragones. 
Una vez más, Psique lo intentó, pero entró en desesperación al sentirse incapaz de realizar esa tarea imposible. Sin embargo Zeus se manifiestó como un águila, tomó el recipiente de cristal de sus manos, lo llenó con agua de los ríos infernales y se lo regresó a Psique.

La cuarta y última tarea exigía a Psique que vaya al reino de los muertos y pida a Perséfone que le de un pote de su ungüento de belleza. Psique subió entonces a lo alto de una torre con la intención de suicidarse, pues pensaba que solo así podría entrar en el mundo de los muertos. 

Esa misma torre le advirtió que el suicidio no era el camino a seguir para obtener lo que ella quería, y le dió instrucciones para entrar en el reino de los Muertos. Le dijo no sólo donde estaba la entrada para el reino de los muertos, sino también como debía actuar.

Además debía llevar dos monedas en su boca – una la para entregarle al barquero en el viaje de ida y la otra para la vuelta – . Y un pedazo de pan en cada mano, para ofrecerle a Cerbero, el perro guardián de tres cabezas en la entrada y en la salida. 

La instruyó además que un hombre cojo que le pediría ayuda para recoger la leña caída al suelo por su mula, y ella debía decirle que no. Tampoco podría ayudar a salvar a un hombre que se estaría ahogando. Debía además rechazar la ayuda de un muerto para entrar en la embarcación y las solicitudes de las tres tejedoras del destino. 

Por fin, al conseguir el ungüento debía retornar inmediatamente y bajo ningún concepto abrir el pote.

Psique bajó a los infiernos en busca de la cajita que contenía hermosura divina. Cumplió disciplinadamente los pasos indicados por la torre. La última instrucción era que al conseguir el ungüento, ella debería retornar inmediatamente y bajo ningún concepto podía abrir el pote. 

Sin embargo en el camino de regreso, la invadió la tentación y ella misma quiso ponerse un poco del mismo. Al abrir la caja, un sueño insoportable se abatió sobre ella, propio del reino de la muerte. Psique quedó incosciente en el inframundo sin poder completar su regreso. 

En tanto, Eros, que ya había superado su sufrimiento, tomó conocimiento del accidente ocurrido con Psique y decidió volar hasta ella. cerró el pote extinguiendo sus poderes y la despertó con un toque de su flecha. 

Y le indicó: -“Lleva rápidamente la cajita a mi madre, que yo intentaré arreglarlo todo”. – y se fue
volando. 

Psique, finalmente, logró entregar el pote a Afrodita que la perdonó al reconocer su esfuerzo y capacidad para pasar todas las tareas. 

Por fin, Zeus transformó a Psique en diosa y avisó a todos los dioses que aprebaba el casamiento de ella con Eros. A petición de Eros, Zeus determinó que los amantes podían vivir juntos en la morada de los dioses. Así que Hermes tomó a Psique y la llevó al cielo, donde se hizo inmortal. 

Eros y Psique fueron felices y a su debido tiempo tuvieron una niña a la que en la tierra llamamos Voluptuosidad. Así, finalmente, todo se resolvió: Eros y Psique, es decir, el Amor y el Alma, permanecerán juntos por toda la eternidad.