Un maestro
concluyó una conversación con el discípulo con esta frase:
- Todo lo
que existe es Dios.
Pero el
discípulo tenía una comprensión limitada, así que un día salió
a la calle y se encontró con un elefante que se dirigía rápidamente
hacia él.
El
muchachito que lo conducía gritó con todas sus fuerzas avisándole
para que se apartara del camino:
-¡Vamos,
quítese de en medio! ¡Déjenos pasar!
Pero el
discípulo tonto se dijo asimismo:
-Yo soy
Dios. El elefante es Dios, ¿cómo voy a tener miedo de mí mismo?
Y no se
apartó.
Naturalmente,
el elefante pasó sobre él y afortunadamente sólo le produjo la
rotura de varios huesos. A los pocos días, el maestro fue a
visitarlo mientras se restablecía.
-Has tenido
suerte -dijo-, tu falta de comprensión casi te lleva a la muerte. Tú
eres Dios, pensaste, el elefante también es Dios, pero Dios en la
forma del muchachito que montaba al animal te avisó del peligro,
¿por qué no hiciste caso a Dios?
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